Los años de La Estrella
Escrito por José Cretario Domingo 13 de Junio de 2010 00:57
La salida de ayer de La Estrella culminada como estaba previsto a altas horas de la madrugada acaba de marcar el punto cenital de un aniversario que para la cofradía va a suponer mucho más que apagar una tarta con 450 velas. Por lo general, en los últimos tiempos se ha venido estableciendo un patrón celebratorio para este tipo de efemérides que se ha venido repitiendo una y otra vez: cartel, pregón, marcha, obra social o formativa, portada del Corpus y la guinda de la salida extraordinaria.
Pero para la cofradía de la calle San Jacinto este 450 cumpleaños ha sido algo más que todo eso; nada menos que rencontrarse con su historia y mostrar el orgullo de los siglos recorridos. En los últimos tiempos esta cofradía, fundada por la gente del puerto, que incorporó a sus filas a los alfareros del barrio y que contó hasta con un poeta, Diego Granado y Mosquera, como creador de la hermandad de las Penas que al poco de fundarse se fusionaría con la de la Estrella, se había presentado ante la ciudad como disfrazada de lo que no era.
La impresión generalizada era que se había despojado de algunos signos propios de las cofradías populares y así entrar en el territorio de las seriedades impostadas no se sabe por qué motivo o razón. La cosa no es nueva. Suele pasar a veces que las cofradías de los barrios sientan complejos de “falta de seriedad” y empiecen a adoptar actitudes estéticas de sus homólogas de cirios al cuadril. Afortunadamente, ese viraje al negro que algunas hermandades iniciaron en los años ochenta se ha podido frenar gracias a la gente, fundamentalmente joven que es la que bucea en la historia de las cofradías para plantear un presente sin falsear que se logra conociendo bien el pasado.
Ayer, con un cielo que nos trajo recuerdos de las tardes de abril, con los mantones flequeando al viento y las colchas de novia colgadas en los balcones, con un Arzobispo sosteniendo la vara dorada, bajo el palio de Garduño, con unos varales nuevos de Juan Borrero, con los nardos que llegaron de Israel y de Cabra haciendo de azahares de junio para pregonar con los aromas la presencia de la Virgen y con esas flores de cera así de grandes que no sacaba desde hacía década y media, La Estrella sacó su luz a la calle San Jacinto como lo hizo durante tantos y tantos y tantos años. Es el mejor regalo que se ha hecho a si misma la hermandad que al cumplir 450 años parece ahora como la Virgen, más joven y más hermosa que nunca.
El cielo se le quedó pequeño
Escrito por José Antonio Rodríguez Domingo 13 de Junio de 2010 02:59
Allí estaba el barrio. El de ayer y el de ahora. Estaban los de aquí y los de fuera. A la Estrella, ayer, el cielo se le quedó pequeño. Poco cielo para tanta luz. La Estrella de hace tiempo volvió como acaban volviendo las cosas buenas: velas rizadas, movimiento en el palio y una alegría espontánea pero medida, valiente pero justa. Volvió a ser la Estrella de los ceramistas (se inauguraron dos en la calle San Jacinto y el que recoge de forma excelente a la Virgen con el alba blanca y que un particular quiso descubrir cuando la Virgen pasaba por Castilla.
La hermandad que vino del océano tenía un mar de gentes por el que navegar. Despacio, muy despacio. Sin prisas, que estamos en el barrio. Y así, lentamente, se iban venciendo calles. Apoteosis en Pagés del Corro, emotiva la estrechez de Pelay Correa, las campanas de Santa Ana tocando y fuegos artificiales sobre el aire.
Pureza parecía un Domingo de Ramos de los de hace años, cuando la cofradía volvía por el Puente de San Telmo y enfocaba la calle Larga con más voluntad que público. Ahora, era todo distinto. El palio no tenía espacio ni para detenerse. Como ejemplo, un botón. Cuando salía la Estrella (a eso de las 20:00 horas), la puerta de la Capilla de los Marineros ya estaba llena de público, esperando la llegada de la Virgen. No hizo aparición hasta las 00:40 minutos pero mereció la pena la espera.
La Virgen se volvió ante la Capilla y avanzó lentamente, entrando en el templo y deteniéndose ante el altar. Dos metros separaban a la Estrella de la Esperanza de Triana. En la calle sonó “Soleá dame la mano” mientras las Virgen giraba dentro de la capilla y desembocaba en la puerta, donde, con la marcha “Esperanza de Triana Coronada”, la calle Pureza estalló en una unánime ovación.
La O
Continuó despacio hasta La O. No cabía el palio en el templo porque el deseo era de que también entrara. Llovieron pétalos de los balcones, adornados con la bandera conmemorativa y las fotografías que se habían distribuido con el rostro de la Virgen.
Se hacía tarde, aunque la hermandad aligeró el ritmo cuando terminó de pasar por la Parroquia de La O. Pero quedaba la estrechez de Alfarería, la cerámica de Antillano Campos y las flores de papel de Coria. Estrellas de Oriente en los balcones aunque en Oriente no conocen a una Estrella como esta… sino, el Niño hubiera nacido en el Altozano.
Un sueño de luces y lluvias de pétalos, un final rozando el alba, amanecer en domingo junto a la Estrella. Inolvidable. A esta Estrella, el cielo se le quedó pequeño, por eso lleva 450 años anclada en el barrio.
450 años de Estrella por Sevilla
Daniel García Acevedo. La Hermandad de la Estrella llegó ayer, sábado 12 de junio, al punto culminante de los actos del 450 aniversario fundacional.
A las 9,30 horas en la parroquia de Santa Ana se celebró el Pontifical al que, finalmente, no pudo asistir el Arzobispo Asenjo y la eucaristía fue presidida por el delegado de hermandades y cofradías, Manuel Soria Campos.
Ya por la tarde se pudo el broche con la salida procesional en su paso de palio de la Stma. Virgen de la Estrella por las calles de Triana con visitas a la parroquia de Santa Ana, capilla de la Esperanza de Triana, parroquia de la O y con el descubrimiento de dos nuevos azulejos que quedarán para la historia y el recuerdo de esta efeméride. El primero de ellos en la esquina de San Jacinto con Pagés del Corro, frente a la parroquia, y el segundo en la casa recién comprada junto a la capilla, con la imagen del Stmo. Cristo de las Penas.
El cortejo, encabezado por la banda de cornetas y tambores de la Presentación al Pueblo de Dos Hermanas, salió de la capilla sobre las 19,30 horas. El mismo estuvo integrado, a parte de por los hermanos con cirio e insignias de la propia corporación, por las hermandades con imágenes con la advocación de la Estrella , hermandades del Domingo de Ramos, del barrio de Triana y con alguna vinculación, como la de Monte-Sión.
La Stma. Virgen procesionó sobre el palio de Garduño, el más moderno de los que posee, y con el gran estreno de los doce varales realizado por Juan Borrero, con los que el palio ha ganado en movilidad.
El ritmo de la procesión fue muy lento y poco a poco se acumuló un buen retraso algo habitual últimamente en estas procesiones extraordinarias.
450 años como luz de Triana
El prelado presidió la salida de la Estrella tras no ir al pontifical
J. Parejo | Actualizado 13.06.2010 - 05:03
Una "huelga encubierta de controladores" impidió a monseñor Asenjo -según explicó él mismo- presidir el pontifical de los 450 años que la Estrella celebró en la mañana de ayer en la parroquia de Santa Ana. El arzobispo se sintió en deuda con los hermanos (el culto fue cambiado del viernes al sábado por la mañana precisamente para que el prelado pudiera asistir) y por eso no quiso perderse la salida de la Virgen. Llegó monseñor con cara de cansado, de haber dormido poco tras una noche de aeropuertos. La hermandad le regaló una preciosa cruz pectoral realizada a base de azucenas con el nombre de su madre repujado al dorso. Asenjo presidió la salida con el obsequio colgado del cuello.
Mucho trabajo tuvieron los hermanos de la Estrella. Tras la función de la mañana, se produjo el traslado de vuelta a la capilla para entronizar a la Virgen en el paso. Su vestidor, Pepe Garduño, estuvo hasta apenas dos horas antes de la salida arreglando a la Virgen: "Va totalmente distinta al Domingo de Ramos. Lleva la saya blanca, el manto recogido, no tiene ni puñal, ni lignum crucis y va con el fajín del Duque del Infantado".
A las 19:30, empezó a salir el cortejo a una abarrotada calle San Jacinto. Media hora tardó el paso en moverse dentro de la capilla mientras una numerosísima representación, que algunos decían que parecía un tramo insufrible del Corpus, salía. Nadie se quiso perder la cita. Con la marcha Jesús de las Penas, una oración el paso fue girado al Cristo para luego enfilar la puerta ante el emocionado llanto de muchos de los presentes.
El palio volvió a lucir con las flores de cera perdidas hace 15 años y con un exorno a base de nardos y frecsias. El gran estreno de la procesión fueron los varales realizados por Juan Borrero y regalados por un grupo de hermanos y devotos.
A la salida, el arzobispo bendijo un azulejo de la Virgen a tamaño natural en la esquina de Pagés del Corro.
Por la noche, se vivieron momentos de gran emoción en la visita a la Esperanza de Triana y a la parroquia de la O, antes de regresar de madrugada a San Jacinto.
Mas crónicas.
Enlaces
http://www.abcdesevilla.es/20100613/sevilla/triana-pies-estrella-201006130012.html
http://www.elcorreoweb.es/sevilla/096648/bano/multitudes/salida/jubilar/estrella
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